Nuestra vida como Hermanas Clarisas

Sería para nosotras una gran alegría que pudieras venirte con nosotras a compartir nuestra experiencia y nuestro modo de vida.

Además, queremos que conozcas cómo vive una hermana clarisa su día a día. Muchas veces, nos hacemos unas ideas extrañas de cómo vive una monja y de lo aburrida que pueda ser su vida.

Te invitamos a conocer nuestra rutina para que cambies de idea y veas que es posible vivir con alegría estando consagradas a Dios.

  • A las 6:30 comienza nuestro día. Nos levantamos temprano para disponernos con calma al aseo personal, ordenar nuestras celdas y prepararnos interiormente para ofrecer a Dios la jornada que empieza.

  • A las 7:00 nos reunimos en el coro para iniciar la oración comunitaria. Este momento de meditación es un encuentro íntimo y profundo con el Señor, en el que abrimos el corazón para escuchar su voz y recibir la luz que guiará nuestro día.

  • Después continuamos con el Oficio de Lectura, los Laudes —la oración de alabanza de la mañana— y finalizamos con la Eucaristía matinal, que celebramos junto a la feligresía, ofreciendo con gozo a Dios las primeras horas del día.

  • Tras el desayuno en comunidad, dedicamos la mañana al trabajo asignado por la abadesa: limpieza, cocina, mantenimiento, formación de postulantes…

    Todo lo hacemos con alegría, ofreciendo nuestras tareas cotidianas como una oración más.

  • A las 13:30 rezamos la Hora Sexta antes del almuerzo.

    Durante la comida, escuchamos lecturas espirituales y compartimos conversación fraterna.

    Después, descansamos un rato: algunas hermanas ven las noticias, otras bordan, cantan o simplemente reposan en silencio.

  • A las 16:30 retomamos la oración con la Hora Nona y el rezo de la Corona Franciscana, una antigua devoción dedicada a las siete alegrías de la Virgen María.

    Al caer la tarde, rezamos el Santo Rosario con la feligresía y participamos en la misa de las 19:00.

  • A las 20:30 cenamos juntas y compartimos un tiempo de recreo.

    A las 21:30 rezamos completas, la última oración del día, antes de retirarnos a nuestras celdas.

    Como dijo San Juan Pablo II: “Un cristiano sabe que ha cumplido su misión si al final del día está cansado.”